Las piedras en el camino espiritual

Falsas creencias que también existen en el camino espiritual y es necesario descubrir cuáles son para poder comprenderlas y luego abandonarlas y así, acceder a una verdadera espiritualidad, siendo seres libres que toman sus propias decisiones. Nada externo nos hará más divinos o espirituales. Al principio del camino podemos apoyarnos en algunas herramientas o personas, al igual que lo hace el peregrino con su bastón pero, si continuamos sintiendo la necesidad de un apoyo, de un guía, de un objeto, eso significa que seguimos apegados a la creencia de que solos, no seremos capaces de avanzar o peor aún, que nuestro poder personal, es menor que el de otras personas.
Sacrificio: Cuando llega el momento de hacer cambios en nuestras vidas, la primera intención es querer mejorar el carácter, los hábitos, los pensamientos, la alimentación, la vida social y lo vivimos como un "sacrificio" que es necesario hacer para alcanzar una vida más plena, serena y feliz.
Al poco tiempo llega la decepción al comprobar que no hemos alcanzado un estado de éxtasis o de plenitud y luego de la decepción, llega el reproche, reproche por no haber sido capaces de conseguir aquello que deseábamos y volvemos al punto de partida o nos estancamos.
Si se comienza un cambio con la idea de "sacrificio", el resultado no será gratificante, hemos dado por hecho que será algo que nos costará realizar, que se nos hará cuesta arriba y que lo haremos a desgano. 
La creencia de que hay que sacrificarse para conseguir algo está muy arraigada en el inconsciente colectivo, sin embargo el origen de la palabra sacrificio es: una ofrenda o ritual que se hace a una divinidad, es un oficio o acto sagrado.
Podemos darle la vuelta a esa creencia y verlo como un homenaje que nos hacemos a nosotros mismos, a nuestra parte más divina, más sagrada, ofreciéndole nuestra aceptación para que se manifieste tal como es.

Creerse un elegido: A medida que se van produciendo los cambios nos sentimos más seguros y conectados, la consciencia se va expandiendo y nos abrimos a otras percepciones pero esto no es sinónimo de que seamos especiales ni que Dios nos ha elegido entre millones de seres humanos.
Cada uno es un "elegido" por sí mismo. Cada uno ha elegido estar aquí y ahora, en este lugar. Nadie es más privilegiado que otros, ni nadie es menos espiritual. La arrogancia no tiene nada que ver con la luminosidad. Cada experiencia que vivimos está en relación con un aprendizaje personal que nada tiene que ver con demostrar quién consigue hacer más "efectos especiales". Por lo general, quien "menos ruido hace" es quien más en sintonia se encuentra con el Todo. 
Hay cientos de miles de seres vibrando en frecuencias muy altas que desconocemos, que quizá nunca sepamos nada de ellos o que posiblemente nos crucemos en la calle y no seamos capaces de reconocerlos. Todos tenemos talentos, lo importante es ser conscientes de cómo y para qué los usamos.  

Querer sanar a todos: Es posible que la primera intención sea buscar el bienestar de quien se encuentra enfermo pero, si rascamos un poco la superficie, aparece una capa de ego con apariencia de superioridad o que busca reconocimiento. A menos que se nos pida específicamente, no estamos en posesión de conocer la totalidad de los acuerdos a los que cada uno ha llegado para desarrollarse en esta vida.
En muchas ocasiones, lo que llamamos enfermedad, viene acompañado de una sanación, sanación a muchos niveles, no sólo del cuerpo físico. Cada uno elige cómo necesita que se presenten los aprendizajes en su vida. Aún así, siempre podemos acompañar, acompañar respetando las decisiones de otras personas. Acompañar también puede ser dar pistas de por dónde puede comenzar a buscar el significado de la enfermedad que tiene, si la persona desea profundizar en ese aspecto.

Depender de lo externo: Todo es energía con diferente vibración. Podemos sentir afinidad con alguna imagen que representa una particularidad específica, con un tipo de música, con algunos cristales, mantras, con las imágenes llamadas religiosas. Es cierto que los materiales tienen su propia energía y que el contacto con ellos produce cambios en nuestra vibración personal. También es cierto que algunas figuras, imágenes y colores producen reacciones psicológicas que nos estimulan; a veces "para bien", otras no tanto.
El inconveniente aparece cuando le damos la categoría de amuletos o talismanes, les damos más poder del que en realidad tienen. 
Hay personas que se sienten indefensas sin la imagen de una cruz, la de su santo favorito, su cristal preferido o cualquier otro objeto de su preferencia. Para ellos, ese amuleto pasa a ser Dios.  Vivir pendiente de un objeto es limitar la Presencia Divina a ese objeto, si no lo tengo conmigo, me siento abandonado. Dios es Omnipresente: está aquí, allá y en todas partes.
Creer que nos encontramos desprotegidos si no llevamos con nosotros ese objeto, es alimentar nuestro propio infortunio pues, todo lo que nos ocurre, es una proyección de nuestras creencias y pensamientos. “Aquello en lo que creemos, lo creamos".
Entonces, ¿Por qué no creer que el mejor amuleto con el que contamos es nuestra Naturaleza Divina, nuestra propia Luz? Nadie ni nada puede despojarnos de lo que somos realmente. 

Creer que tenemos que ir hacia Dios: No vamos hacia Dios, YA ESTAMOS EN DIOS
Todo lo que nos rodea forma parte del gran cuerpo universal de Dios. Tal vez esta creencia provenga de las enseñanzas religiosas que nos dicen que Dios está “en el cielo”, como si nosotros estuviéramos separados de Él. Nosotros y el “cielo” somos UNO, no estamos separados y cuando comenzamos a vivir en la unidad, la consciencia de amplifica, se expande y honramos la divinidad que habita en todo lo que existe.

Creer que uno puede guiar a otros: Creer que gracias a nosotros otras personas se pueden iluminar o al revés, que la presencia de otras personas nos devuelve la luz, es pura ilusión.
La verdadera Guía es Interna, es tu Intuición, la Voz de tu Espíritu. Muchas veces esa voz coincidirá con lo que escuchas fuera y pensarás que alguien te está guiando. Pero, en cuanto idealices a alguien, comenzarás a fabricar tu propia decepción.
Ocurre lo mismo si alguien te ha elevado a los altares. Todos aprendemos y enseñamos al mismo tiempo. Por tal motivo, es conveniente mantener una actitud receptiva hacia las señales que recibimos de nuestro entorno y ver qué resonancia producen en nuestro interior.
No eres el salvador ni el guía de nadie. Ninguna vida depende de tus conocimientos. Esto es cierto también al revés. Nadie te rescatará ni te salvará, excepto tú mismo.
Podemos encontrarnos con personas maravillosas, con un conocimiento profundo y cuya vibración es elevada. Si nos resuena, podemos inspirarnos en ellas, reflexionar sobre su mensaje, poner en práctica algunas de sus herramientas pero no aferrarnos ni depender de ellos. Nuestro camino es único y personal, nadie caminará por nosotros. "No te quedes con el mensajero, quédate con su mensaje", si ese mensaje resuena en ti.

Creer que los "maestros" son más espirituales: Tendemos a caer muy fácilmente en la creencia de que las personas que dan cursos, talleres o escriben libros, son más espirituales y que ya han superado muchas pruebas en su vida. En algunos casos, esto es totalmente cierto, en otros, no. El hecho de que una persona transmita una determinada información, no la coloca en un grado superior. De hecho, son excepcionalmente pocos quienes viven auténticamente lo que predican. Una cosa es lo que dicen y otra lo que hacen.
Busca siempre la coherencia en las personas. Los grandes maestros espirituales son aquellos que nos ponen a prueba y están “disfrazados” de hijos, padres, parejas, amigos...
De nuestra relación con ellos es de donde más aprendemos.

Creer que no tenemos que enfadarnos

Esta creencia nos lleva a reprimir nuestras emociones y que harán su reaparición más tarde bajo la forma de rencor, crítica o rechazo. Vivimos las sensaciones y las emociones de este plano. Algunas de ellas son muy placenteras, otras no tanto. Saber a nivel intelectual que algunas emociones nos perjudican, no hará que desaparezcan. No se trata de esconderlas sino de aprender a gestionarlas sabiendo que NO somos esa emoción. Las emociones son otra herramienta más de las que disponemos para reconocernos, para ir quitando velos que distorsionan nuestra parte más luminosa. Reconocerse como ser humano no nos hará menos espirituales.

Semillas Solares Asi me lo han dicho... Paloma Cabadas